Sobre los escombros del Muro de Berlín
El 9 de Noviembre de 1989, un acontecimiento histórico hizo que el mundo mirara hacia Alemania. Los 155 kilómetros de Muro que dividían Berlín en dos, caían tras más de 28 años. Ocho meses después, el mundo celebra la victoria de la libertad con un concierto organizado por Roger Waters -cantante de Pink Floyd -, que ha logrado reunir a más de nueve grandes cantantes y grupos musicales, como Scorpions, Ute Lemper, Sinead O'Connor, Bryan Adams, Paul Carrack, o Van Morrison, entre otros, que fueron recibidos por una cantidad inmensa de gente que se acercó hasta Postdamer Plazt, en Berlín, desde diferentes lugares, o que siguieron el concierto desde los 50 países para los que se transmitía en directo.
La gran protagonista de la noche fue la escenografía, que durante más de dos horas se convirtió en un símbolo del pasado, de la represión que ha vivido Berlín y de todo lo que significaba la guerra. A base de helicópteros, sonido de aviones, y entradas y salidas del escenario de un ejército fascista que desfilaba para la ocasión, el público pudo recordar que ya pueden pisar la línea que separaba el este del oeste de la ciudad sin ser detenido por ello.
Las actuaciones estuvieron acompañadas de la construcción de un muro sobre el que se proyectaban imágenes diversas, desde los graffitis reales del Muro, hasta imágenes de animación con una clara simbología militar y bélica. Además, la construcción iba, paulatinamente, separando al público de los cantantes y músicos, aunque sólo uno (Paul Carrack) se atrevió a cantar detrás del muro cuando estuvo acabado. El espectáculo, no sólo se convirtió en una condena profunda a la guerra y a sus consecuencias, si no que criticó la pasividad de la gente - Roger Waters cantó en una habitación, sentado mientras veía la televisión -, finalizando, como no podía ser de otra forma, con la destrucción del muro, tras cuyos escombros sonó la canción final, que todos los músicos interpretaron juntos.
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